jueves, 8 de julio de 2010

La Gran Marcha I

6 de julio, vísperas del ecuador del campamento.

Tocaba madrugar un poquito más de la cuenta. Nos esperaban dos días de marcha. Ya sabéis: Lagunas de Neila, pernocta en otro hotel de 1000 estrellas, las Calderas, comida en Fuentelsaz y de vuelta al campamento.

A las 8:00 todo el mundo en pie. ¡Madre mía, qué caritas! A veces da un poco de pena no dejarles dormir hasta que quieran, pero…¡estamos de campamento y hay que aprovechar cada minuto! ¡Ya dormiremos cuando lleguemos a casa!

Desayunamos fuerte: pan con mermelada y mantequilla, sobaos y un buen cola-cao. Lavado de dientes, terminar de preparar las mochilas y a las 9:30, medianos y mayores emprendían la marcha dirección a Las Lagunas. Andrés, nuestro gran anfitrión, nos había conseguido un carro para poder portar todos los sacos y esterillas de los chavales y aligerarles el peso.

A los peques les perdonamos los 14 primeros kilómetros y les dejamos cerca del punto donde un poco más tarde nos reuniríamos todos para comer. ¡A! Que pensáis que los mayores y medianos protestaron por este trato de favor... ¡Pues, nada de eso!.Lo comprendieron perfectamente y, aunque esos primeros kilómetros fueron de subida infinita, las energías y el ánimo les dieron para hacerlos entre canciones y silencios.



El primer día de campamento quedamos en dar lo mejor de nosotros para que esto fuera la bomba y lo estamos dando en todos los sentidos, y con creces.

La primera parada del día la hicimos sobre las 13:30 al inicio del camino que iba a llevarnos a las Lagunas. Andrés ya tenía localizado un pinar que nos proporcionó la sombra ideal para comer y echaros una siestecita y así reponer fuerzas para la segunda etapa.


No penséis que comimos de bocata. Hasta arriba llegaron unas grandes perolas de pasta y pollo guisado y unas barquillas de plátanos y nectarinas. ¡Como tiene que ser! Os aseguro que no sobró nada de nada.

A eso de las 16:30 empezamos a “levantar el campamento”. Ahora venía lo duro. Había que cargar entre todos los bocatas y la fruta de la cena, la leche, los zumos, las galletas y las magdalenas del desayuno, agua suficiente, y nuestros sacos y esterillas.

Por supuesto liberamos de todo exceso de peso que fue posible a los peques. Medianos, mayores y monitores, nos repartimos la carga. No hizo falta pedir ayuda. Salían voluntarios por doquier.

¡Esto es la leche! ¿Quién se atreve a decir que esta juventud está perdiendo los valores? Que se acerquen a Venture. Aquí les convencemos fácilmente de lo contrario. De eso y de muchas cosas más.

Nos pusimos en marcha sobre las 17:00. La siguiente parada era la laguna Negra. Hicimos el camino despacio. Parando cada poco tiempo.

Y llegamos. Y soltamos las mochilas (los hombros lo agradecieron, iban ya algo doloridos). “Baños de chicos al este; de chicas al oeste. Todo el mundo a ponerse el bañador”.

¡Qué momento! Pequeños, medianos y mayores, todos tomando un baño refrescante en una laguna, en plena montaña, bajo un cielo azul y rodeados la vegetación más verde que podáis imaginar.


Algunos, ¡de todos los grupos!, se atrevieron a cruzarla a nado hasta una pequeña isla que había en el centro. ¿De dónde nos vienen estas fuerzas que parecen no acabarse nunca?


Merendamos allí mismo y con ello aligeramos peso de nuestras mochilas. Nos esperaba una subida algo pronunciada aunque corta. Subimos 90 personas en fila de a uno. El “gusano de Venture” avanzaba sin prisa, pero sin pausa.



¡Y llegamos a la cima! El mundo a nuestros pies. Las vistas, inmejorables. Tuvimos nuestro momento foto de grupo, momento para sentarnos y contemplar, respirar aire fresco y recorrer con la vista todo el camino andado. Parece mentira, pero es cierto. Lo hemos hecho; todos; juntos. ¡Enhorabuena monitores! Objetivo cumplido.



Después del merecido descanso, retomamos la marcha. La tercera parada sería “nuestro hotel”. Les parecía que no llegaríamos nunca. Llevábamos ya casi 12 horas, aunque no continuadas, de marcha y llegamos a nuestro destino. Una zona despejada de vegetación en frente de las Calderas, el paraje que recorreríamos la mañana siguiente.

Preparamos la cama: extendimos esterillas, sacamos los sacos, nos pusimos pantalón y camiseta de manga larga y a cenar. Esta vez, bocadillos de lomo. No llegaban hasta allí las perolas. Aunque si nos lo hubiéramos propuesto…no se…

Vimos al sol esconderse tras la cadena rocosa que formaban las Calderas y teñirse el cielo de millones de colores. Se apagaba el día y nos apagábamos nosotros. Unas últimas canciones, algunos cuentos, localizar estrellas y, poco a poco, se hizo el silencio. La temperatura era excelente y nuestra “manta de estrellas" era única e infinita. Eso, unido al cansancio, auguraba una noche de sueños profundos.

2 comentarios:

  1. Que belleza!!!!
    Ustedes son los mejores aventureros que he visto.
    Aprovechen al máximo los días que todavía les quedan.
    Hasta el sábado.
    Besos y saludos a todos.

    ResponderEliminar
  2. Estoy verdaderamente impresionada, no solo con la belleza de los parajes sino con la fortaleza que están demostrando estos muchachos/as. Aprovecho para felicitar a quienes escribis el diario, por mantenernos tan bien informados y por la manera tan bonita que tenéis de hacerlo.
    Un abrazo para todos y hasta mañana sábado
    Cristina

    ResponderEliminar